jueves, 1 de diciembre de 2011

Beneficios del ejercicio para pacientes con cáncer




Uno de los conceptos más difíciles al convencer a los pacientes de cáncer, es que el ejercicio puede ayudarles a superar la sensación de fatiga. La mayoría de los pacientes rápidamente estarán en desacuerdo porque están demasiado cansados para realizar siquiera actividades diarias normales. El ejercicio ha demostrado, en muchos estudios previos, que juega un papel más preventivo en el desarrollo de ciertos tipos de cáncer. Este concepto es ya conocido, ¿pero qué pasa con los beneficios del ejercicio para los pacientes que ya padecen de cáncer?
Numerosos estudios han sugerido que el ejercicio, desde intensidades suaves a moderadas, tiene muchos beneficios para personas con cáncer. Algunos de estos beneficios incluyen: incrementos en la función cardiovascular, pulmonar y muscular (a raíz de un incremento en el consumo de oxigeno), volumen de eyección cardiaca, volumen minuto cardiaco, vascularización muscular, circulación linfática, ritmo metabólico, tono muscular, fuerza, coordinación y balance . Durante el tratamiento contra el cáncer, la quimioterapia, radiación o cirugía puede causar efectos duraderos (secundarios) a varios tejidos biológicos. Los beneficios del ejercicio para los sistemas cardiovascular, pulmonar, musculoesquelético y endocrino son discutidos brevemente a continuación.
Durante el ejercicio, el corazón bombea volúmenes de sangre incrementados para suplir oxígeno y nutrientes y remover dióxido de carbono y desechos metabólicos; el sistema respiratorio maneja una carga de trabajo incrementada, intercambiando oxígeno y dióxido de carbono entre la sangre y la atmósfera. El sistema nervioso y varias hormonas también tienen importantes roles: integrar la respuesta del cuerpo al ejercicio y regular los cambios metabólicos que ocurren en el músculo y otros tejidos. El ejercicio parece influenciar las defensas huéspedes contra infecciones virales y cancerígenas. El ejercicio también provoca una liberación de varias citokinas involucradas en la resistencia contra tumores, lo cual también puede influenciar la actividad de las células citotóxicas.
Más aún, el stress influye en la resistencia al crecimiento de tumores y algunas hormonas de stress liberadas durante el ejercicio, como las corticoesteroides o catecolaminas, pueden modular la habilidad de las células inmunes para exterminar a las células tumorales. Por lo tanto, puede ser postulado que el ejercicio puede influenciar las defensas huéspedes contra el crecimiento tumoral, vía directa o indirecta, modulando la actividad de las células citotóxicas. La mayoría de los estudios en este área se han centrado en las células asesinas naturales (NK - Natural Killers), con relativamente menos atención prestada a los efectos del ejercicio en los linfocitos T citotóxicos y monocitos citotóxicos.
La declinación en la capacidad funcional experimentada por 1/3 o más de los pacientes con cáncer, sin importar la etapa en la que se encuentre la enfermedad, puede ser atribuido a condiciones hipocinéticas desarrolladas por prolongada inactividad física. Esta condición hipocinéticas puede causar la reducción de la eficiencia de los sistemas energéticos (vías metabólicas) lo cual puede disminuir la asimilación de sustratos energéticos por el cuerpo que son esenciales para la realización de tareas diarias. La condición hipocinética también puede tener algunos efectos en los niveles hormonales, lo cual puede llevar a un mayor desbalance homeostático. Estas modificaciones que pueden ocurrir debido a la inactividad física pueden llevar a un malfuncionamiento de varios sistemas en el organismo, lo cual puede ser también correlacionado con los altos niveles de fatiga experimentada por el paciente.
El ejercicio ha sido sugerido por muchos investigadores como una solución rehabilitativa para la perdida energética en pacientes con cáncer. Definido como la contracción y relajación rítmica de grandes grupos musculares sobre un periodo de tiempo prolongado, el ejercicio aeróbico ha demostrado ser capaz de mejorar las capacidades físicas en pacientes con cáncer. En un estudio conducido por Dimeo y col., el resultado más significativo fue que los pacientes experimentaron una clara reducción de fatiga y pudieron sobrellevar actividades normales de la vida diaria sin limitaciones.
La mayoría de los pacientes con cáncer no son tan activos durante y después del tratamiento como lo fueron antes del tratamiento o incluso antes de la diagnosis. Una reducción de las actividades físicas causa atrofia muscular, cambios en las propiedades musculares y reducciones en la densidad ósea. La atrofia muscular y una reducida densidad ósea pueden llevar a un nivel reducido de fuerza musculoesquelética y rendimiento y contribuye a un incremento en el riesgo de fractura ósea y lesiones musculoesquelética. La atrofia musculoesquelética y los cambios en las propiedades musculares contribuyen a una declinación en la eficiencia cardiovascular. Una declinación de la eficiencia cardiaca se refleja en una frecuencia cardiaca y presión sanguínea incrementada en reposo y durante ejercicios de tipo submáximo. Una reducción en la eficiencia cardiovascular combinada con elevaciones en los niveles de colesterol y disminución de los niveles de HDL, debido a la inactividad física, contribuye a un perfil de riesgo cardiovascular incrementado.
Una declinación en la función pulmonar, debido a la inactividad física, puede incluir una respuesta ventilatoria pesada, flujo de aire y función muscular disminuida y empeoramiento en el intercambio de gases, producto de desajustes en la ventilación/perfusión y a una declinación en la difusión que predispone a las personas a enfermedades respiratorias como la neumonía .
Algunas consideraciones (preocupaciones) clínicas iniciales acerca del ejercicio para pacientes con cáncer incluyen: a) el incremento en la probabilidad de una fractura ósea patológica producto de una integridad ósea comprometida, c) posible empeoramiento de cardiotoxicidad por quimioterapia y/o radiación, d) dolor severo, náuseas y fatiga que puede ser intensificada por el ejercicio físico y e) la inhabilidad y/o pereza de los pacientes con cáncer para tolerar el ejercicio dada su condición física y emocional deteriorada. A pesar de todas estas consideraciones (preocupaciones), existe un cuerpo de evidencia creciente que muestra como el ejercicio puede beneficiar a pacientes con cáncer.

¿Puede el ejercicio ayudar a revertir los efectos del tratamiento contra el cáncer?
Los beneficios cardiovasculares del ejercicio para pacientes con cáncer han mostrado ser evidentes en pacientes que no han tenido signos de empeoramiento de la función cardiaca antes del tratamiento contra el cáncer. En este estudio, ningún paciente del grupo en entrenamiento desarrollo signos clínicos de cardiotoxicidad durante los 2 meses luego de la quimioterapia. Para mujeres con cáncer mamario, un programa de fitness que incluya ejercicio aeróbico disminuirá el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular y osteoporosis. Debido a que el tratamiento contra el cáncer mamario usualmente termina con una disminución de las fuentes naturales o exógenas de estrógeno, estas mujeres enfrentan un gran riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular y osteoporosis.
El tratamiento contra el cáncer ha demostrado en algunos casos ser dañino para el sistema cardiovascular. El corazón en un paciente cardiaco se vuelve menos eficiente en bombear sangre a los tejidos y órganos, por tanto se compromete la habilidad de realizar tareas de la vida diaria y se alcanzan grandes niveles de fatiga. El ejercicio físico puede promover un entrenamiento cardiovascular nuevamente, a través de actividades aeróbicas, permitiéndole al corazón volverse más eficiente en la tarea de suministrar sangre al cuerpo y disminuir los niveles de fatiga experimentados por el paciente.
Los beneficios pulmonares del ejercicio, en lo que respecta al daño provocado por el tratamiento contra el cáncer, se relaciona con un incremento del volumen pulmonar, disminución del trabajo al respirar y una habilidad incrementada para el intercambio gaseoso. El rendimiento atlético puede ser medido por medido de muchas variables fisiológicas observadas en los entrenamientos. Sin embargo, la mayoría de las funciones pulmonares medidas no se aplican para la predicción del rendimiento. No existe una relación substancial aparente entre el rendimiento atlético y la capacidad vital, capacidad pulmonar total o volumen espiratorio forzado. La más útil adaptación es probablemente un incremento en la resistencia de los músculos respiratorios. Cuando los músculos respiratorios se vuelven entrenados debido al ejercicio, el paciente experimentará un alivio de la respiración pesada debido al hecho de que el gasto de energía por estos músculos disminuirá. También, un ritmo de intercambio respiratorio más eficiente podrá proporcionar una distribución más efectiva de oxígeno a los sistemas en el cuerpo.
Dado el hecho que los alvéolos de los pacientes con cáncer están disminuidos en número y comprometidos por un estrechamiento de las septas alveolares, los efectos del ejercicio en el sistema pulmonar de los pacientes con cáncer no son conocidos. Una hipótesis es que los alvéolos se regeneran debido a un supuesto incremento en el suministro de sangre a este órgano, sin embargo el estrechamiento de las septas no parece ser reversible
Los efectos laterales del tratamiento contra el cáncer en el sistema musculoesquelético han demostrado mejorías fisiológicas gracias a la intervención mediante el ejercicio físico. La pérdida de masa corporal magra que se reporta durante los tratamientos contra el cáncer no está bien explicada aún. Esta reducción de masa muscular puede ser a causa de una reducción por cirugía, depleciones del tratamiento e inactividad durante la recuperación. Esta pérdida de musculatura puede ser responsable del incremento en la necesidad de producir grandes cantidades de energía para producir suficiente fuerza contráctil, requerida durante rendimientos energéticos o cuando se requiere sentarse y pararse. El ejercicio puede estimular varios beneficios para el sistema musculoesquelético. Tales beneficios incluyen el desarrollo de nuevas células saludables que remplazaran a las células saludables que murieron durante el tratamiento contra el cáncer. Este proceso ha demostrado entregar a pacientes las ganancias en fuerza necesarias para realizar actividades diarias, más motivación y energía y un incremento general en la calidad de vida.
El sistema endocrino parece ser un sistema biológico que sufre severas consecuencias en lo que respecta al tratamiento contra el cáncer (principalmente radiación). Estas alteraciones pueden llevar al paciente a experimentar futuras complicaciones en sistemas aparte del que ya está comprometido por la enfermedad. Por ejemplo, la disminución en la producción de la hormona tiroxina y triiodothyronine tiene efectos biológicos en el consumo de oxígeno, el sistema nervioso central y periférico, músculo cardiaco y esquelético, metabolismo de los carbohidratos y del colesterol y en el crecimiento y desarrollo. También, alteraciones en el metabolismo pueden potencialmente llevar a futuras complicaciones cardiacas. Las complicaciones cardiacas pueden ocurrir debido a un incremento en la cantidad de colesterol debido a una disminución del metabolismo de los carbohidratos
Las intervenciones a través del ejercicio pueden tener un importante rol en volver a la normalidad (niveles previos al cáncer) los niveles hormonales. El ejercicio puede estimular la liberación de hormonas que pudieron haber sido suprimidas, como también ayudar a incrementar la eficiencia de las vías metabólicas que fueron comprometidas por el cáncer. Todas estas alteraciones que pueden ocurrir con la intervención del ejercicio pueden potencialmente ayudar a los pacientes con cáncer a mejorar su capacidad funcional. Un mejoramiento del metabolismo, balance de fluidos, transporte de oxígeno y funcionamiento del sistema nervioso central y periférico podrá crear una homeostasis general. Esta homeostasis posiblemente podrá dar al paciente un estado de bienestar general.

Conclusión
El ejercicio puede ser uno de las más potentes intervenciones para pacientes con cáncer, pero con este también se acompañan riesgos. No todos los ejercicios son creados igualmente. Para ser efectivo y seguro, el ejercicio debe ser prescrito e incluir estos 5 criterios: 1) Estado del individuo, 2) Tipo de ejercicio, 3) Intensidad del ejercicio, 4) Frecuencia del ejercicio y 5) Duración del ejercicio (5). El entrenamiento anaeróbico y aeróbico debe ser un componente integral en el estilo de vida de las personas luchando contra el cáncer o de las personas recuperándose de este.
Debido a que el periodo de latencia para algunas toxicidades es de varios años luego de completar el tratamiento, las consecuencias de un daño permanente a lo largo de este periodo de tiempo son desconocidas. El ejercicio podría ser un vínculo fisiológico que disminuya o incluso revierta los efectos de la quimioterapia, terapia de radiación y cirugía. Más investigaciones son necesarias en el área del ejercicio como una forma de terapia para pacientes con cáncer. A pesar de esto, todos los hallazgos de los estudios hasta ahora han mostrado que el ejerció moderado es benéfico para los pacientes con cáncer (incluyendo a los sistemas cardiovascular, pulmonar, musculoesquelético y endocrino).
Entre los muchos síntomas asociados con cáncer y su tratamiento, la fatiga es uno de los síntomas más prevalecientes y aun así la fatiga es la menos entendida. Conociendo clínicamente que el ejercicio ha ayudado a aliviar algunas o todas las sensaciones de fatiga en pacientes con cáncer, permanece un futuro muy prometedor para los estudios en esta área en los años venideros.



Fuente: Revista Tu Cuerpo

Referencias
American College of Sports Medicine: ACSM's Guidelines for Exercise Testing and Prescription, 6th edition, Baltimore, Maryland: Williams & Wilkins Publishing Company, 2000.
American College of Sports Medicine: ACSM's Resource Manual for Guidelines for Exercise Testing and Prescription, 3rd edition, Baltimore, Maryland: Williams & Wilkins Publishing Company, 1998.
Bryne J., J.J. Mulvihill, and M.H. Myers (1987) Effects of treatment on fertility in long-term survivors of childhood or adolescent cancer. New England Journal of Medicine, 317:1315-1321.
Burke M.B., G.M. Wilkes, and K. Ingwersen. Cancer chemotherapy; a nursing process approach 2nd edition. Sudbury, Massachusetts: Jones and Barlett Publishers, 1996.
CancerSource.com (Quabeck, 1994; Tait, 1990; Ginsberg and Comis, 1984; Seltzer, Goldstein, and Herman, 1983)
Carroll P.V., C.R. Emanuel, and M. Thorner (1998) Growth hormone deficiency in adulthood and the effects of growth hormone replacement: a review. Journal of Clinical Endocrine Metabolism, 83:382-395.
Chernecky C.C. and B.J. Berger. Advanced and critical care oncology nursing; managing primary complications. Philadelphia, Pennsylvania: W.B. Saunders Company, 1998.
Chipman J.J., A.F. Attanasio, and M.A. Birkett (1997) The safety profile of Growth Hormone replacement therapy in adults. Clinical Endocrinology, 46:473-481.
Courneya K.S. and C.M. Friedenreich (1999) Physical exercise and quality of life following cancer diagnosis: a literature review. Annuals of Behavioral Medicine, 21(2): 171-179.
Courneya, K. and C.M. Friedenreich (1997) Relationship between exercise pattern across the cancer experience and current quality of life in cororectal cancer survivors. The Journal of Alternative and Complementary Medicine, 3:215-226.
Courneya K.S., J.R. Mackey, and L.W. Jones (2000) Coping with cancer: can exercise help? The Physician and Sports Medicine, 28(5): 49-73.
Derman W.E., K.L. Coleman, and T.D. Noakes (1999) Effects of exercise training in patients with cancer who have undergone chemotherapy, abstracted. Medicine of Science and Sports and Exercise, 31(5): S368.
Dimeo, F.C., B. Rumberger, and J. Keul (1998) Aerobic exercise as therapy for cancer fatigue. Medicine and Science in Sports and Exercise, 30: 475-478.
Dimeo F.C., M.H.M. Tilmann, H. Bertz, L. Kanz, R. Mertelsmann, and J. Keul (1997) Aerobic exercise in the rehabilitation of cancer patients after high dose chemotherapy and autologous peripheral stem cell transplantation. Cancer 79(9), 1717-1722.
Durack E.P. and P.C. Lilly (1998) The application of an exercise and wellness program for cancer patients: a preliminary outcome report. Journal of Strength and Conditioning, 12(1): 3-6.
Durack E.P., P.C. Lilly, J.L. Hackworth (2000) Physical and psychosocial responses to exercise in cancer patients: a two-year follow-up survey with prostate, leukemia, and general carcinoma. Journal of Exercise Physiology (online) Accessed March 6, 2001 (http://www.css.edu/users/tboone2/asep/jan12b.htm)
Hayward, R. Cardiopulmonary physiology: the physiological response at rest and during exercise. Greeley, Colorado: UNC, 1999.
Mackinnon, L.T. Advances in exercise immunology. Champaign, Illinois: Human Kinetics, 1999.
Microsoft Encarta Encyclopedia 99. Microsoft Corporation
Mock V., M.B. Burke, P. Sheehan, E.M. Creaton, M.L. Winningham, S. McKenney-Tedder, L.P. Schwager, M. Liebman (1994) A nursing rehabilitation program for women with breast cancer receiving adjuvant chemotherapy. Oncology Nursing Forum, 21:899-908.
Mock V., M.E. Ropka, V.A. Rhodes, M. Pickett, P.M. Grimm, R. McDaniel, E.M. Lin, P. Allocca, J.A. Dienemann, M.E. Haisfielf-Wolfe, K.J. Stewart, and R. McCorkle. (1998) Establishing mechanisms to conduct multi-institutional research - fatigue in patients with cancer: an exercise intervention. Oncology of Nursing Forum 25(8), 1391-1397.
National Cancer Institute (2000) Fatigue: PDQ Supportive care/ screening/ prevention information. (http://www.graylab.ac.uk/cancernet/)
Oliveria, S.A., and I. Lee (1997) Is exercise beneficial in the prevention of prostate cancer? Sports Medicine, 23(5): 271-278.
Otto S. Oncology Nursing, 3rd edition. St. Louis, Missouri: Mosby Publishing Company, 1997.
Reich, P.R. and J.E. Metcalf. The facts about chemotherapy: a guide for cancer patients and their families. Mount Vernon, New York: Consumer Reports Books, 1991.
Schultz K.H., C. Szlovak, and H. Schultz (1998) Implementation and evaluation of an ambulatory exercise therapy based rehabilitation program for breast cancer patients. Medical Psychology, 48:398-407.
Schwartz A.L. (1999) Fatigue mediates the effects of exercise on quality of life. Quality of Life Research, 6:529-538.
Smith S. (1996) Physical exercise as an oncology nursing intervention to enhance quality of life. Oncology Nursing Forum 23 (5), 771-778.
Souhami R. and J. Tobias. Cancer and its management, 3rd edition. Malden, Massachusetts: Blackwell Science Ltd., 1998.
Yarbro C.H., M.H. Frogge, M. Goodman, and S.L. Groenwald. Cancer Nursing: principles and practice, 5th edition. Sudbury, Massachusetts: Jones and B

No hay comentarios:

Publicar un comentario